viernes, 18 de noviembre de 2016

Terapias no farmacológicas en el alzhéimer

Las terapias no farmacológicas­ contribuyen a retrasar el deterioro psicológico y conductual propio de esta demencia.


En síntesis

Las terapias no farmacológicas constituyen el primer nivel de actuación para el manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de la enfermedad de Alzheimer. Sitúan el principal interés en la comprensión de las características individuales de los pacientes.
Entre este tipo de tratamientos encontramos la musicoterapia, la aromaterapia, la estimulación multisensorial y el tacto terapéutico, entre otros.
Estas terapias comparten una serie de objetivos en la demencia: el mantenimiento de la activación conductual de la persona afectada, el aumento de las relaciones interpersonales y un incremento de la calidad de vida de los enfermos y de sus cuidadores.

Tradicionalmente, el tratamiento de las manifestaciones conductuales del alzhéimer se ha llevado a cabo con medidas farmacológicas. Sin embargo, aunque han avanzado en los últimos años, su eficacia es limitada y, además, corren el riesgo de provocar efectos adversos en el paciente (sedación, pérdida de equilibrio, riesgo de caídas, náuseas, vómitos, cefaleas, alteraciones del sueño y del apetito, problemas cardíacos y circulatorios, entre otros), según señalan algunos estudios. Por ello, en la actualidad existe consenso en las guías internacionales de práctica clínica, entre ellas la de la Federación Europea de Sociedades Neurológicas, al recomendar el empleo de estrategias terapéuticas no farmacológicas como primera línea de intervención en los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia cuando estos no son muy graves, mientras que los fármacos solo se emplean cuando dichas terapias han fracasado o resultan insuficientes.
Las terapias no farmacológicas se definen como cualquier intervención no química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante. Abarcan un amplio rango de estrategias de intervención psicosocial que pretenden mejorar la calidad de vida del paciente, retrasar la necesidad de su institucionalización y reducir la carga del cuidador. Pueden dividirse en distintas categorías en función de diferentes criterios: el tipo de manifestación conductual que aborden, el modelo psicosocial explicativo de la génesis de los síntomas psicológicos y conductuales o el foco de interés del tratamiento propuesto. En todos los casos, las diferentes intervenciones reúnen los criterios establecidos por las guías de manejo clínico, como la del Centro Oxford para la Medicina Basada en la Evidencia.
Aunque las terapias no farmacológicas difieren en su filosofía, objeto de interés y metodología, todas ellas se basan en un tratamiento centrado en la persona y sitúan el principal interés en la comprensión de las características individuales de los pacientes. Asimismo, comparten una serie de objetivos: el mantenimiento de la activación conductual de la persona afectada, la introducción de modificaciones ambientales y el entrenamiento de los cuidadores para prevenir o manejar de manera eficaz las diversas manifestaciones. Veamos, a continuación, algunas de estas terapias.



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